sábado, 29 de marzo de 2008

Enrique: "simplemente" el favorito de la afición







Atención, pregunta: ¿cuál creéis que ha sido el jugador más querido de afición en la etapa ACB? No sé si hay un "cariñómetro" disponible en la sección de ofertas del Carrefour. Creo que no. Pero seguramente coincidiréis conmigo en el primer nombre que se me viene a los dedos: Enrique Fernández Ruiz, que, por cierto, hace muy poquitos días cumplió 41 años. Felicidades. Éste es mi regalo.






Enrique es el clásico ejemplo de superación, de jugador limitado que sabe, a base de trabajo y constancia, hacerse un hueco entre los grandes. Un fierísimo espíritu competitivo por encima de otras cuestiones, antes de que el baloncesto ACB se conviertiese en algo reservado únicamente para súper atletas. Eso en lo profesional. En lo personal, sus valores van mucho más allá y le convirtieron durante seis temporadas en lo que se dice "santo y seña" del "verdinegrismo". La gente le quería (y le quiere) por su entrega en la pista, por sus triples mágicos, por su implicación. Pero también porque nunca rechazaba una sonrisa, un autógrafo, una palabra cariñosa. Seguro que todavía lo sigue haciendo con la gente que le aborda. Y lo mejor es que lo hacía con naturalidad, porque le salía de dentro, porque era y es "uno de los nuestros". Su silueta siempre estará ligada a ese número 8 con el que disputó 232 partidos como jugador del Cáceres CB en la Liga ACB. La cifra supera los 250 contando competiciones europeas y Copa del Rey.






No lo tuvo fácil, porque perdió a su padre muy pronto y tuvo que salir adelante con su madre (una mujer encantadora, por cierto) y su hermano Andrés "Churro" (qué carácter, pero qué noble y que juego de pies en la pista). Parte de sus raíces pueden encontrarse en Miajadas, pero él estudió en el San Antonio, donde pasó mucho tiempo compartiendo clase con Ñete Bohigas y ejerciendo de portero de balonmano. Pero el baloncesto entró en su vida con fuerza y en un campeonato de España cadete, Javier Imbroda le vio (jugaba de pívot) y se lo llevó al Mayoral Maristas, donde se pulió. Primero logró el ascenso a la ACB en aquel equipo de los Smith y Nacho Rodríguez y luego se consolidó con un especialista en el triple. Ya era un jugador respetado cuando llegó aquí, en verano de 1992, y no decepcionó desde el primer momento. Siempre anteponiendo el colectivo, el equipo, y muchas veces seguro que le dolió ser centro de la polémica porque la grada siempre pedía que jugase más minutos. El siempre ejerció de capitán y no dijo una palabra más alta que otra, excepto en el vestuario, que ahí sí que exigía a sus compañeros que se dejasen la piel por Cáceres tanto como él lo hacía.






El Gran Capitán protagonizó numerosas escenas para el recuerdo, como el triple que valió la victoria ante el Peristeri en la primera Korac o cuando anotó 5/6 en triples en la primera victoria en Lliria en los "play offs" de permanencia. También fue quien derramó cava sobre los aficionados cuando se consiguió la clasificación europea ante el Pamesa un año después o quien recogió la copa de subcampeón en León, con esa mirada triste hacia la grada cacereña como diciendo: "sé perfectamente lo que sentís". Su mejor partido creo que fue éste, un 108-88 al Taugrés en la temporada 93-94 en el que logró 6/8 desde 6,25






La rueda de prensa de su despedida en verano de 1998 la recuerdo como una de las más tristes que he cubierto. Apuró entonces un par de años más de baloncesto en Murcia y León en la LEB y hemos seguido viéndole por aquí, donde tiene alguno de sus negocios. También echa alguna que otra "pachanga" con sus amigos de siempre y cuentan que conserva intacta la muñeca, aunque no se lleve muy bien con la báscula. Estaría bien que volviese a estar implicado de alguna manera en el baloncesto de la ciudad y de hecho se mostró dispuesto a ayudar cuando el San Antonio logró el ascenso a la EBA. Es un tipo carismático, de los que abre puertas con su sonrisa. Es un mito local en el que se ha mirado gente como Panadero, o cualquiera de nosotros, y como tal hay que tratarlo.



viernes, 21 de marzo de 2008

El Serrano Macayo, ese pabellón (entrada "catovi", lo advierto)



Os animo a ver estos días algún partido del Circuito Sub-20. Quizás no sean especialmente académicos porque, al menos en el caso del Cáceres 2016, los jugadores apenas se conocen entre sí. Así es que priman más las ganas y el talento que lo táctico, lo cual no está mal, aunque a veces se tiende al correcalles. De esto no era de lo que quería hablar hoy, sino de lo extraño que es jugar en el Pabellón Serrano Macayo cuando hay una instalación como el Multiusos, pero por lo visto ha pesado más el certamen de hip hop. ¡Ole!



El Serrano Macayo siempre será conocido como "el Municipal" o "el que está al lado del Brocense". Está muy cerquita de mi casa y le tengo cariño, aunque ya sea un pabellón viejuno. Como muchos de vosotros, tengo recuerdos especiales sobre esas cuatro paredes. Allí estuve en el campus del Granollers, he jugado partidos y he visto muchos, desde fútbol sala con el Distribuidora de Recambios y el Quico a voleibol (lo primero que fui a cubrir como periodista fue uno del "Licen"), pasando, obviamente, por los del Cáceres CB cuando estaba en Segunda. Vaya, acabo de recordar una reflexión que suelo hacer y que es bastante cañera: si sumáis a toda la gente que asegura que iba al baloncesto en el Municipal, ¿no os sale un pabellón de 10.000 personas lleno?



Será curioso, pero la que más recuerdo es una temporada, la 86-87 quizás, en la que el equipo solo ganó un partido y perdía casi siempre de 40 con equipos madrileños y andaluces tipo Dribling o Coria del Río. Resultaba frustrante lo fatal que jugaban aquellos tipos, entre los que estaban, mal que les pese, gente como Ñete Bohigas, Javi "Trucho", Rino y Contreras... Y me siguió buscando el baloncesto. Lo que más tengo en la mente es una derrota en Melilla por 95 puntos de diferencia. ¿Increíble, verdad? Yo también pensaba que era una ensoñación infantil, pero hace un tiempo encontré la noticia publicada en la hemeroteca del periódico. A ver si os traigo el recorte que se os revuelva el estómago. Por lo visto en Melilla había un junior que iba para "crack" y que les hizo más de 40: Felipe García. Pero ésa es otra historia, ¿no?



El Municipal no siempre fue la misma instalación anticuada que es ahora, aunque se le hayan hecho algunas mejoras como el perímetro que rodea la pista o cambiarle al fin las ventanas (¿alguien se acuerda de aquel techo de placas de corcho?). En su momento tuvo que ser decente porque acogió un partido internacional de baloncesto España-Argentina (1973), que 35 años después puede repetirse el próximo verano. En la foto de arriba podéis ver al equipo español, con Brabender, Luyk, Corbalán y Manolo Flores, entre otros (click para ampliar). También ha vivido de todo, como un accidentado mitin de Herri Batasuna en la década de los 80 (¿suena raro, eh?), exposiciones caninas y hace poco la feria gastronómica (qué difícil era pillar algo para comer, ya lo sabréis). Ahora es más la cancha del balonmano. Por cierto que los chicos del Fundación Pinilla Crespo se juegan el ascenso a Primera con los del Plasencia-Restaurante Rigoletto. ¿Paralelismos con el basket? Jejej...



¿Cuál es su futuro? Yo me gastaría pasta en cambiarle el parquet, que es durísimo, y también adecuar mejor los vestuarios para hacerlo más "legal". Alguien me decía hoy que no se daba buena imagen a los equipos de fuera del Circuito Sub-20 metiéndoles a jugar ahí. Se nos ha quedado anquilosada, pero las posibilidades son importantes (recordad la pista auxiliar). Hace gracia recordar como hasta hace relativamente poco, árbitros y jugadores tenían que pasar entre el público y al lado de la barra para acceder a los vestuarios.



Incluso hay quien tiene la teoría de que equipos como el Iniexsa e incluso el Forma estarían más cómodos jugando allí, porque la gente que atraen haría más presión en un recinto más reducido. Además, es más céntrico que el Multiusos o el de la Ciudad Deportiva (con éste siempre nos quedará el 10 de mayo, que diría Rick), pero cuando se comenta algo así, los que mandan en estos clubs se ofenden muchísimo. Quizás hasta el propio equipo sub-20 del Cáceres le haya venido bien tener que irse al Macayo. A veces debe ser desalentador jugar ante 5.500 asientos verdes vacíos, ¿no?



Algunos os preguntaréis quién era el tal Juan Serrano Macayo. Fue una autoridad local que impulsó mucho el deporte de Cáceres en los 60 y 70. Murió en abril del 2003. No llegué a conocerle, pero sí sé que era el suegro de José María Bermejo. El gobierno municipal del PP decidió rebautizar el pabellón poco después, pero para muchos de nosotros sigue siendo el Municipal.



lunes, 17 de marzo de 2008

Charla sobre jugadores y periodistas

En medio de tanta victoria (qué chulo se está poniendo esto), os invito a un momento para la reflexión sobre el papel de cada uno en este mundo. El otro día, antes de un acto público, José María Panadero cambió un poco los papeles conmigo durante unos minutos y fue él quien ejerció de periodista con su clásica picardía de veterano resabiado. Resulta que al acto, la presentación de Tribasket, una nueva modalidad de baloncesto para escolares, iba a acudir Pablo Martínez, base del Cáceres CB de 1995 a 1997.

PANADERO: Oye, que viene Pablo, ¿qué tal te llevabas con él?

YO: Pues... bien, bueno, ni bien ni mal. No fue alguien con quien tuviese una relación demasiado estrecha. Creo que le molestaba que le comparásemos constantemente con Jordi Soler.

PANADERO: Joder, sí. Es buen tío, muy educado. Estuvo con Harper en el Estudiantes.

YO: Ya sé, ya sé.

PANADERO: ¿No mantienes el contacto con jugadores cuando se van de aquí?

YO: No demasiado. No, no soy muy de colegueo con los jugadores. Cada uno en su sitio, ¿no? Aunque a veces tomes copas con ellos.

PANADERO: Sí, coño, pero con alguno te llevarás mejor. Yo mantengo contacto con algunos periodistas que he conocido por ahí en mi carrera. Con Pablo Campos, de la Ser de León, y con un chico que se llama David, de Gijón.

YO: ¿De llamaros personalmente y tal?

PANADERO: Sí, sí. Me parece normal. ¿Tú con quién te llevas así de los que han pasado por aquí?

YO: Pues... pues... No sé. Así de llamarte y hablar de cosas personales... Casi con ninguno. Algún mensaje con Paraíso, Oscar González, con Enrique y Pedrera si me los encuentro por la calle pues fenomenal, pero vamos... Creo que con el que mejor me llevo es contigo después de tantos años viéndonos de vez en cuando, o con Juan Sanguino.

PANADERO: Ya, ya. Entiendo.

YO: Sí. Es que si no hay continuidad en verse y hablar pues como que es más difícil. Además, creo que los jugadores siempre sois un poco desconfiados en general, y sobre todo con el periodista.

PANADERO: Yo no.

YO: Ya sé, pero por lo general sí. Lo más parecido que tengo a una amistad en el mundillo del basket es con Manolo Flores. Estuvimos cenando con él el otro día.

PANADERO: Pues eso es lo que yo digo. Es lógico. ¿Y mal? ¿Con quién te has llevado mal?

YO: Mmmmm, mmmmmmmm. La verdad es que un poco lo mismo. Al no implicarte demasiado personalmente tampoco acabas chocando frontalmente con nadie. Tú haces tu trabajo y yo el mío. Quizás con Manel Comas no tuvimos buena relación las dos veces que vino a entrenar, sobre todo la primera, y bueno, la historia ésta de Pozuelo hace poco, que no la acabé de entender.

PANADERO: Ok, ok. Bueno, que empieza esto ya...

martes, 11 de marzo de 2008

El otro griego que no era griego




El otro día me decían que Vasilis Kitsoulis era el primer griego que teníamos por aquí. Bueno, cierto, pero no cierto del todo. Es verdad que es el primer "griego griego", pero si miramos a la última temporada del Cáceres CB en la ACB (2002-03) nos encontramos a Vlado Petrovic, que era serbio, pero tenía el pasaporte heleno. A mediados de los 90 tuvo que salir huyendo de Belgrado por los bombardeos de la OTAN y acabó en Salónica. En el Aris le dieron un hogar y aprovecharon y mejoraron sus cualidades como "dunker" (había ganado concursos de mates en Serbia). Consiguió la nacionalidad helena y hasta le dieron un nuevo apellido, Stergiou.



Lo curioso es que años después le reclamaban en Grecia porque tenía que cumplir el servicio militar, que allí es obligatorio. No sé cómo lo resolvió porque sí que hace año y pico estaba otra vez en el Aris, tras una decepcionante carrera por varios países de Europa y clubs de prestigio como el Alba de Berlín, el Racing de París, el Montepaschi Siena o el Vidivici de Bolonia. Ahora anda en el Arwil de Polonia, ya con 30 años y el arroz pasándosele rápidamente, como a otro que realmente pudo ser grande, Milan Gurovic.




Me fastidia que no haya triunfado. Me llevaba bien con él. Era un tío de una grandísima calidad ofensiva (tiraba, penetraba...) y buen físico para jugar tanto de escolta como de alero alto. No defendía mal tampoco. Típico caso de chico que no sabes por qué, teniéndolo todo, no hace carrera en esto del basket a un mayor nivel. Hubo una época que se hablaba que lo podía fichar el Tau, que ya sabéis que cuando pone el ojo en alguien no suele equivocarse.




Guardo un recuerdo especial también una tarde de febrero del 2003. Fue cuando realmente supe que el equipo ACB se iba a la mierda (con perdón), por primera vez, pese a que llevaba mucho tiempo escribiendo sobre problemas económicos y demás. Pasé unas horas con Petrovic la tarde que decidió irse porque ya no aguantaba más que le debiesen tres o cuatro meses de sueldo. Nunca había pasado eso, aunque Deon Thomas había dado un aviso unas semanas antes negándose a entrenar por lo mismo. Pero lo que hizo Petrovic fue coger la maleta y buscarse las castañas en otro lado porque aquí no se las daban. Todo lo que simbolizaba el equipo daba el igual para gente que al fin y al cabo era profesional.




Otro símbolo de decadencia eran sus quejas sobre el coche que le había dado el club, aquellos Volkswagen blancos que en el 2002 ya tenían casi 10 años de antigüedad y que pasaron por las manos de todos los jugadores americanos. "Cualquier día me mato, los frenos están fatal", decía entre risas.




Viajando al presente, de Kitsoulis poco os puedo contar todavía a nivel de anécdota. Me pareció un tipo agradable y su nivel de inglés se adapta perfectamente al mío, lo cual le agradezco profundamente (con los americanos a veces es un infierno por lo rápido que hablan). Le hizo gracia que alguien le comentase que los aficionados de Cáceres son como los griegos ("eso es bueno", respondió).




Los que visteis el partido apreciasteis que no anda mal de calidad y que lucha mucho (con alguno ya se las tiene tiesas en los entrenamientos). Creo que cumplirá, aunque con el problema de que solo podrá jugar nueve partidos más y se le debe dosificar. Y hay que tener cuentan los de los play offs (tres como máximo, dos como mínimo) y los dos de la posible "final a cuatro" en la lucha por una plaza de ascenso.

martes, 4 de marzo de 2008

Roberto Gómez, el triplista que nos tiene en el corazón


El pasado viernes estaba en la redacción del periódico, pero por un segundo pensé que estaba en el despacho de casa, como ahora mismo, pensando en en clave de Bujacocesto. ¿Por qué? A mí e-mail del periódico acababa de llegar uno realmente espectacular y que tardaré en olvidar: una carta a la afición que nos mandaba Roberto Gómez para publicar. Resulta que el número 10 del equipo del ascenso, aquel triplista impenitente, vive en Logroño y el Cáceres 2016 jugó allí, como sabéis, el domingo (por cierto, lo hicieron de escándalo, ¿verdad?) Y él nos contaba todas estas cosas, tocándonos a base de bien la fibra sensible:



Aprovechando la visita del Cáceres 2016 al Caja Rioja quiero enviar mi más afectuoso saludo a toda la afición cacereña. Ya han pasado casi dieciséis años de aquella fecha mágica del 10 de mayo del 92 y todavía guardo en mi corazón lo que supuso para mí aquello.
Como jugador, la alegría de un ascenso en el que TODOS fuimos colaboradores necesarios y como persona el recuerdo de una estancia de tres maravillosas temporadas en las que recibí vuestro cariño en una cuantía desbordante. Cáceres y su equipo siguen ocupando un espacio en mi corazón que seguro no se va a ver mermado por mucho tiempo que pase.
He seguido en la distancia, gracias a EL PERIODICO EXTREMADURA en su edición digital y a amigos que todavía conservo, todos los avatares de esta, para mí, interminable travesía del desierto. Estoy seguro que con el apoyo de TODOS, CACERES volverá a tener el equipo donde se merece de verdad y volveremos a disfrutar de su singladura por las mejores canchas de España y Europa.
Junto con toda mi familia, mañana estaré en la cancha de Logroño, donde vivo, para ver a nuestros equipos y seguro que en algún momento se me escapará el ¡¡¡CACERES, CACERES!!! que atronaba la Ciudad Deportiva o el "redoble, redoble, vuelve a redoblar" que tantas veces os oímos cantar.
Quiero enviar a toda la afición, simpatizantes, medios de comunicación, exdirectivos y amigos un fuerte abrazo. Dar cualquier nombre supondría dejar fuera seguramente alguno y por ello quiero ser agradecido a todos, desde la persona que por la calle me paraba para darme ánimos hasta el colaborador más cercano de aquel equipo. Todavía hoy me siento muy cercano a vosotros.
Un abrazo.


Supongo que muchos de los que entráis aquí ya lo habéis leído. Algunos incluso escribisteis un comentario en la web agradeciendo el gesto de Roberto, incluyendo Juan Luis Morán, que cuenta una anécdota buenísima. Supongo que revivisteis cuando celebrábais sus triples, esa suerte tan precisa que decide tantos partidos. Aunque no era una estrella, él fue importante en muchos encuentros, dándole descanso a Juan Méndez saliendo desde el banquillo y clavando un par de bombas. No se le pedía más. Iba a decir que era además un gran currante, pero resulta obvio: nadie de aquel equipo se distinguía por bajar los brazos.


En un e-mail aparte, Roberto me contaba que le va bien ahora en Logroño, trabajando para comercial para el periódico La Rioja. Y me recordaba alguna que otra batallita del 92, como cuando lo pasó realmente mal en un avión regresando de Palma de Mallorca y tuvo que ser "mimado" por mi hermano José María y Paco Mangut. O que dos días después del ascenso nació en Cáceres su hija, que ya debe ser una muchachita de casi 16 años. Qué pasada, ¿no?


En el artículo lo dice unas cuantas veces: siempre llevará lo que pasó y a todos nosotros en el corazón. No creo que haya mejor forma que decirlo. El ascenso no sólo nos marcó a nosotros, sino también a los protagonistas, aunque estuviesen apenas un año o dos aquí la mayoría de ellos. Visto con perspectiva, casi todos ellos eran modestos profesionales del baloncesto que, cuando ahora miren hacia atrás, recordarán fundamentalmente aquella temporada como el momento cumbre de sus vidas deportivas.


PD: Muy bien, Roberto, todo eso está muy bien, pero unos meses antes pocos miramientos habías tenido machacando al Cáceres CB con el CABA Albacete en Segunda.